sábado, 3 de agosto de 2024
Cuando los choris encontraron la playa, la madera ya había llegado. Talco y bronce de Montero Glez
El poder de atracción del genero quinqui sigue sumando. Contrapunto al relato siempre armónico y libre de conflictos de la Transición en la convulsa España de principios de los ochenta.
El quinqui pasó a ser a la vez víctima y héroe resistente; sujeto para la condena y para el heroísmo. Pero siempre figura solitaria y terca de lo que no podía verse ni contarse en una España rumbo a Europa.
¿Qué ha tenido que pasar para que nos acordemos de él precisamente ahora? Hay que seguir poniendo entre paréntesis el discurso hegemónico de la Transición como un pacto modélico pilotado por el rey y las elites políticas. Da la impresión de que en los años 80 no pasó nada.
Javier Cercas califica de «absurdo» el relato triunfalista de la Transición. Y el fenómeno quinqui es uno de sus peores borrones.
Talco y bronce no sólo es una revisión literaria de algunos de los momentos más siniestros de nuestra historia reciente. Es, sobre todo, una historia de amor y venganza. Con el espíritu de la novela negra clásica y el irreductible estilo de Montero Glez, Talco y bronce es un homenaje al cine quinqui de la época escrito a ritmo de thriller. Recordatorio de Santiago Corella, El Nani, legendario delincuente, que adquirió cierta fama a partir de su evaporación en 1983. Su historia fue llevada al cine. Otros enfoques y misma tematica entre el documental y la ficcion de finales previsibles: Perros callejeros, El Vaquilla (JA de la Loma), Deprisa deprisa (Carlos Saura), El pico (Eloy de la Iglesia), Que he hecho yo...(Almodovar), El Lute (V. Aranda) o Las leyes de la frontera (Daniel Monzon). Con bandas sonoras de Chichos, Chunguitos, Manzanita, Lole y Manuel, Kiko Veneno...
En 1996 la justicia española lo declaro fallecido tras llevar desaparecido más de diez años.
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